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Diario YA


 

“El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria” Wiston Churchill.

Cómo cargarse España con 370 desatinos y un socio comunista

Miguel Massanet Bosch.
Bien señores, al parecer ya hemos llegado a la última escena de este sainete que tiene de todo menos de gracioso y que parece que va a tener un epílogo verdaderamente dramático para nuestra nación, España. No se puede decir que, el señor Pedro Sánchez, maestro del engaño, experto en la política de las letrinas de la política, doctor en el manejo de los tiempos y avispado mantenedor del engaño a la ciudadanía, no haya llevado con mano maestra toda esta transición, desde que el resultado de las elecciones de abril le dio suficiente mayoría para que, el Rey, le encargara formar gobierno, pasando por el previsto fracaso en su sesión de investidura, hasta poner a cada cual en su sitio. A la derecha como la culpable de que no hubiera gobierno en España por su “obcecación” en negarse a abstenerse para que pudiera formar gobierno y, a los partidos situados a su izquierda, por ambiciosos, intransigentes, intratables y de poco fiar; como ya le comunicó Sánchez a su socio “preferido” el señor Pablo Iglesias que, si nos tenemos que fiar de lo que ha sido su periplo por toda esta aparente negociación (nosotros lo calificaríamos de Vía Crucis en el Gólgota de la humillación) con el PSOE, nada más podemos decir que lo que ha hecho, poco y deficientemente, ha sido ir de mal en peor hasta acabar pidiendo árnica para que, el PSOE, le de algún pretexto que le permita salir “airoso” de este trance, ante sus propios votantes.
Ya cuando los socialistas estuvieron, en su día, intentando ponerse de acuerdo con Ciudadanos para conseguir un gobierno de coalición, intentaron acordar una lista de temas, no tan prolija como la que, el señor Sánchez, les ha presentado a los de Podemos para que se la traguen sin discusión; que, sin embargo no fue lo suficientemente buena para que llegaran a entenderse. Ahora la lista ha adquirido la categoría de lo que, para el señor Sánchez, se trata de un “programa de gobierno” que, de atenerse a su contenido, seguramente sus pretensiones intentan extenderse a varias legislaturas tan extenso, minucioso, socializante, costoso, desproporcionado, inalcanzable e irrealizable, de tal modo que su simple enunciado ya es suficiente para entender que una pretensión semejante está condenada, de antemano, al más delirante fracaso, con consecuencias imprevisibles para nuestra nación, con la posibilidad de que, una vez más, como ya le ocurrió al señor Zapatero en su día, España volviera a encontrarse en la situación en la que, aquel presidente nefasto para nuestra nación, dejaran lo que quedaba de España en manos del PP, el vencedor con mayoría absoluta de las elecciones, para que intentara sacarla del abismo en el que quedaba sumida.
Y ya que hemos mencionado a Ciudadanos y, hablando de este partido y de su jefe o líder, convertido en play boy, señor Albert Ribera, convendría que reflexionáramos un poco respeto al papel que parece que está intentando que, su partido, tenga en este batiburrillo en el que se ha convertido el tema de la investidura de Sánchez y, de paso, en lo que parece que se han convertido, sus malas relaciones, para no decir pésimas, con el PP que, sin embargo, no deja de ofrecerles la mano para intentar fortalecer la oposición a lo que se nos viene encima si, el PSOE y Podemos llegan a cualquier acuerdo que comprenda el apoyo de los separatistas vascos y catalanes que, si no nos equivocamos, parece que ya lo tienen asegurado. El personalismo, la egolatría, la falta de experiencia y la desbocada ambición de Ribera, parece que no tienen límite y su empeño en navegar en esta singladura hacia el poder en solitario, contando con que, algún día, podría ser el titular del gobierno con residencia en la Moncloa, se ha convertido en su obsesión; algo que, por otra parte, no le permite ver lo que está sucediendo en su propio partido donde, cada día, huyen de él y de la soberbia de su líder, nuevos cargos que formaron parte de la élite de Ciudadanos y ahora han dejado de compartir la forma dictatorial que parece ha adoptado, el señor Ribera, desde hace ya un tiempo.
Justo cuando se empiezan a prodigar noticias poco alentadoras respeto a lo que nos tiene reservado el futuro económico de Europa y, los ingleses, se están disputando irse de la CE, no sabemos si sin acuerdo o con él, pero, sin duda alguna, con graves perjuicios para el resto de la comunidad y, muy especialmente, para nuestra nación debido a las relaciones comerciales y demás vínculos económicos que nos unen a la GB, entre ellos casi medio millón de jubilados que están residiendo permanente en diversas comunidades autónomas y a los que, un brexit a la brava, seguramente les podría crear graves problemas para seguir permaneciendo en nuestro suelo; no parece que fuera el mejor momento para que, en España, se instaure lo que para el señor Pedro Sánchez sería un gobierno “progresista” pero que, para cualquiera que conozca cuáles son sus planes, se haya leído sus 370 propuestas ( ninguna de ellas tiene en cuenta el factor económico, tan importante para cualquier país) sus intenciones de entregar el control de diversos servicios a las huestes incontroladas de Podemos, cuyos dirigentes son la muestra más patente de la irresponsabilidad, el fanatismo, el revanchismo y la incapacidad para dirigir una economía que debería compararse al resto de las economías de los países europeos, con las previsibles consecuencias de pasarse por los forros de los pantalones todas las normas de austeridad dictadas por Bruselas, entre ellas, los límites de la Deuda Pública y los del déficit público; dos cuestiones sobre las cuales Bruselas, antes de que Sánchez haya puesto en funcionamiento todos los incrementos del gasto público que tiene previsto hacer, ya nos ha llamado la atención ante la evidencia de que nos estamos pasando peligrosamente, en cuanto a nuestro endeudamiento público, amenazando con superar el PIB.
Podemos imaginarnos que el CIS, pasara a manos de los comunistas de Podemos o la gestión de la Agencia Tributaria o el tema de la Seguridad Social y tantos otros como se está rumoreando que estarían dispuestos a ofrecer los socialistas a Podemos, para que se avengan a apoyar la investidura del líder del PSOE para ocupar la jefatura del Gobierno, mediante lo que se denominaría un pacto sobre un programa de gobierno, que no significase presencia alguna en el Gobierno de miembros del partido comunista, sin tener en cuenta que, si se les entregaba el manejo y la organización de determinados temas de suma importancia para el orden, la economía, los temas sociales o las inspecciones de Hacienda,  su influencia podría a llegar a afectar al funcionamiento de la economía española de modo que su funcionamiento pudiera verse gravemente afectado en cuanto a nuestras posibilidades de poder competir con nuestra competencia e con el resto de países de la UE y eso sin tener en cuenta lo que supondría para España el tener un gobierno condicionado por sus acuerdos con comunistas y dependiendo de ellos a ojos de nuestros socios de Bruselas.
Si ya se habla de graves problemas en el sector del automóvil, de estancamiento económico, de reducción de la producción industrial, de menos inversiones, de contención de la demanda, de menos turismo (aunque se dice que se han gastado más dinero), de preocupante aumento del paro, incluso desestacionándolo, de disminución de las hipotecas y de las ventas de inmuebles etc., no es difícil llegar a la conclusión de que no es, precisamente, el momento más adecuado para que entre a gobernar en España  un gobierno socialista lastrado por sus compromisos con los separatistas y los comunistas, con políticas “progresistas” que es obvio que no van a ser bien venidas por nuestros amigos de la UE, a los que no les quedaría nada más que tener que soportar, aparte del brexit, los problemas con Rusia, la inmigración y la amenaza del Este; el verse obligados a preocuparse de una España convertida en la cabeza de puente del comunismo imperante en las naciones de Suramérica, importado desde la dictadura venezolana.
Existe (nunca se sabe a ciencia cierta lo que maquina la cabeza de Sánchez) la posibilidad de que, como parecía que estaba pensando el líder socialista, de que no se llegue a acuerdo alguno y se tengan que convocar elecciones para mediados de noviembre. En este caso parece que existe unanimidad absoluta en que el que saldría más beneficiado en otra confrontación electoral sería el señor Sánchez del PSOE. Se habla de que, en este caso, las cenicientas podrían ser Ciudadanos y Podemos, con un PP que se quedaría más o menos igual, con unos pocos escaños más. Sin embargo, lo que todavía no se sabe y será difícil que se pueda valorar antes de que se produzcan los comicios es si, en el caso de que se llegaran a convocar nuevas elecciones, el número de ciudadanos hartos de que los llamaran a votar para que no sirviera para nada, decidirían no acudir a depositar su voto en las urnas. Incluso en el caso de que fuera así y los socialistas consiguieran un número de escaños que les facilitase gobernar sin tener que ceder privilegios a los separatistas o a Podemos, sin duda sería preferible a que llegaran a un acuerdo con Podemos, debido a que los últimos ofrecimientos que Sánchez les ha hecho implican participación en instituciones importantes aunque ello impida que tengan cargos de responsabilidad en el gobierno. No olvidemos que los comunistas tienen fama de ser muy hábiles cuando se les da cuerda y pueden aplicar sus prácticas intrigantes y proselitistas desde dentro de las instituciones, cuanto más si los cargos que ostentan les facilitan hacerlo desde una posición de fuerza.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como poco a poco, se van cumpliendo aquellos malos farios que hemos venido denunciando desde que el PP cometió el error de caer en la trampa de la moción de censura que, desgraciadamente, a causa de la corrupción que invadió sus instituciones, se veía venir desde hacía tiempo sin que, los que deberían haber actuado con diligencia para denunciar los hechos, lo hicieran, y se hiciera la purga que la situación requería. Ahora ya no quedan armas para impedir que lo que han decidido los españoles, por equivocados que pensemos que hayan estado, pueda impedir que España tenga que pasar por las Horcas Caudinas de un gobierno de izquierdas, al menos, durante cuatro años. Los efectos pueden ser deletéreos para el país.