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José Luis Orella escribe hoy su columna "Miguel Ángel Blanco: el nacimiento de una resistencia social al nacionalismo vasco"

Miguel Ángel Blanco: el nacimiento de una resistencia social al nacionalismo vasco 

El asesinato el 12 de julio de 1997 de Miguel Ángel Blanco significó la primera articulación de una resistencia social contra el terrorismo y una respuesta independiente frente al nacionalismo, que adoptaba desde 1980 una posición hegemónica y totalitaria. La impunidad de los asesinatos de ETA, amparada por el silencio en la calle y los comentarios favorables de los simpatizantes de los demás partidos, sostenía sus acciones. Sin embargo, cuando después del exterminio de los simpatizantes de derechas y miembros de cuerpos uniformados (militares y policías) empezaron a ser asesinados militantes históricos de la oposición de izquierdas al régimen de Franco, la sociedad vasca empezó a darse cuenta de que ETA estaba “en guerra” con España, no sólo contra el régimen fenecido. Aunque la sociedad vasca había actuado de manera esporádica en concentraciones masivas contra el terrorismo, como prueban las concentraciones contra el asesinato del ingeniero José María Ryan en 1981 y el del capitán Alberto Martín Barrios en 1983, la presencia regular de opositores a la violencia en la calle no llegará hasta 1997.

El espaldarazo definitivo de la sociedad contra el mundo terrorista fue el asesinato del concejal del PP de Ermua, Miguel Angel Blanco. Su secuestro dos días antes y su posterior asesinato provoco una oleada de ataques a sedes y locales vinculados a la izquierda abertzale por la sociedad vasca que duró tres días. No obstante, desde las instancias autonómicas, tanto los nacionalistas como Carlos Totorica, alcalde socialista de Ermua, impidieron los actos de violencia contra los proetarras e incluso la Ertzaina participó en la defensa de los locales de los proterroristas.
 
El rechazo social generalizado fue común en toda España, con más de seis millones de manifestantes y aunó en el mismo sentimiento de pertenencia a una nación a toda España. En el País Vasco los intelectuales y profesores vascos no quisieron que “el espíritu de Ermua” desapareciese después de la revuelta generalizada en la sociedad vasca. El 12 de febrero de 1998, estos intelectuales firmaban un manifiesto bajo el calificativo de Foro de Ermua, en el cual expresaban su rechazo a la violencia terrorista, pero también se criticaba la ausencia de libertades bajo el gobierno nacionalista.
 
El revulsivo que supuso que la intelectualidad vasca rompiese con el mundo nacionalista, significó la aparición visible de una sociedad vasca, plural. Pero también, la constatación de que el nacionalismo gobernante era el responsable directo de la desespañolización consciente del País Vasco, mediante una política educativa agresiva contra todo lo español. El referéndum convocado por Ibarretxe para octubre, sólo pretende aunar bajo la bandera del PNV a los rescoldos en retroceso de un nacionalismo que ve su última oportunidad de mantener el discurso independentista. Ermua anunció hace una década el fin del protagonismo de un nacionalismo arcaizante, anclado en falsedades históricas, que encubre los afanes de poder de una oligarquía sin talento, que vive de espaldas a la realidad de un mundo globalizado.
 
 

 

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