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Diario YA


 

Hombres como Álvar Núñez Cabeza de Vaca dan gloria a Dios, a una Nación-Imperio

La Hispanidad, servir a España, a las Españas, sirviendo a Dios

Daniel Ponce Alegre. Ex Miembro de la Curia Valentina. En estos tiempos de crisis apática, " tiempos críticos y difíciles de manejar, " y en los que la fe en el Hijo del Hombre, Jesucristo, no abunda sobre la tierra, es prioridad máxima mirar los sucesos actuales con los ojos de la fe en Cristo, el Mesías y " Ungido de Yahvé " y fortalecernos en la Oración, con la Sabiduría que viene de arriba, y armarnos " con la Armadura de la fe y la Espada de la Palabra de Dios ".

En ocasiones podemos leer en la prensa hoy cómo los políticos a nivel nacional, de la UE o de otras Instituciones supranacionales hablan de la importancia de volver a armar a nuestras sociedades con Valores y Principios que sirvan de prevención contra acciones terroristas, violentas, homicidas y desestabilizadoras de las sociedades en las que vivimos.

Con este motivo, y por lo más importante, " porque una obligación me está impuesta de anunciar las Buenas Nuevas del Reino de Dios a todos ", he decidido iniciar en el día de hoy, el Día de la Hispanidad o Día de la Virgen del Pilar una serie indefinida de artículos, que iré intercalando entre los otros que vaya escribiendo, sobre grandes hombres y mujeres cristianos de nuestra historia, grandes hazañas que han forjado nuestra Civilización Cristiana, occidental y también oriental pues la Cristiandad comprendía ambas partes.

Quiero empezar con el Día de la Hispanidad, con un antepasado nuestro, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, quien apoyándose firmemente en la fe en Jesucristo, convirtió uno de los mayores desastres de la Historia en nada que el descubrimiento de la mitad de lo que hoy día son los Estados Unidos, desde la Florida hasta California, bautizando de camino a decenas de miles de indios al igual que lo hizo antes que él mi antepasado, Juan Ponce de León, y después Fray Junípero Serra, entre otros, y de los que hablaré en el futuro.

No se puede explicar la intrepidez que caracterizó la vida de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, sin antes hacer mención a su gran antepasado: un normal pastor de cabras de Sierra Leona, llamado Martín Alhaja, que, en 1212, en la Batalla de las Navas de Tolosa, de la que hablaré en unos días, accedió hasta el mismísimo Rey Alfonso VIII de Castilla para convencerle de cuál debía ser la táctica ideal para, con apenas 60.000 cristianos agotados, luchar contra los más de 200.000 almohades destacados y bien parapetados: atacar desde una ventajosa meseta debidamente señalizada por el pastor clavando en su entrada una estaca coronada por una llamativa calavera de vaca. Tras la victoria, el Rey le hizo trocar al pastor su cayado por la espada, y el sayal por la cota de maya, ordenándolo Caballero con el nuevo apellido de Cabeza de Vaca.

Un breve paréntesis para ver las lecciones del suceso que engrandeció el apellido de Cabeza de Vaca: eran sólo 60.000 cristianos, muchos menos que musulmanes, y estaban cansados y agotados, y con peor armamento; un pastor con la debida valentía, decisión e inteligencia salvó a los cristianos de la derrota; y el Rey por esa valentía e inteligencia le da más trabajo, más privilegios y responsabilidades y le nombra Caballero.

En nuestros tiempos, a veces, se oye que en breve los musulmanes nos absorberán, nos vencerán y desapareceremos pues ellos son muchos más y nosotros estamos agotados y sin recursos, pero el Pastor y Rey son Leales con su Pueblo y con la Causa de la Verdad, y al final recibiremos la Recompensa, y entre tanto se requerirá nuestra lucha de fe, de anunciar las Buenas Nuevas del Reino, nada que ver con la Yihad que siempre han tenido en mente en el Islam los musulmanes, y a las pruebas históricas me remito.

Durante los siglos siguientes, el nuevo linaje de caballeros se asentará en Jerez de la Frontera, y es allí donde nace Álvar. En 1512 parte para Italia y allí luchará por el control del Milanesado, enfrentándose a la caballería francesa en diferentes frentes como Sevilla o Pamplona hasta el año 1520. Durante esos años las Índias, las Américas, se convierten en muchas posibilidades para un hombre que desea hacer honor a un apellido que ha jurado honrar y a una fe que también a jurado extender; en 1527, Álvar es nombrado Tesorero de la expedición que Don Pánfilo de Narváez está preparando para la conquista de la Florida.

Nada más arribar la expedición a Santo Domingo, una cuarta parte delos hombres desertan, y al llegar a Cuba unas tormentas les hacen perder casi un centenar de hombres. Al llegar a la Bahía de Tampa, el hambre, la enfermedad y las flechas se hacen compañeras inseparables. Con apenas ya un par de docenas de hombres, Álvar consiguió desembarcar en una isla, la actual San Luís, en la que quedaron como esclavos a merced de los indios durante 6 años pero Álvar se ganó su confianza como médico y comerciante. Con los tres supervivientes que quedan  empieza el camino de vuelta a casa recorriendo los actuales Estados de Louisiana, Texas, Nuevo México, Arizona y California ganándose también la confianza de los indios del lugar y llegando a ser llamado como El hijo del Sol. Cuando tras 11 años consigue volver a tierra de cristianos, Nueva España, el actual México, lo hace rodeado de infinidad de indios de diferentes tribus Apaches que le seguían enbelesados por que hablaba de que " todos los hombres somos hermanos en un mismo Dios Padre, que nos ama ", nada que ver con el pensamiento teológico en el Islam y en las tribus paganas de las que los indios procedían y que sacrificaban a humanos.

En 1539, Álvar regresa a Sevilla y tras escribir su libro, Naufragios, es nombrado por Carlos V Gobernador del Río de la Plata y como tal se dedica a la evangelización de los indios de las tierras de Argentina, sur de Brasil, Paraguay y Uruguay. Fruto de las envidias desde España, es encarcelado y desterrado a Argel pero Felipe II lo absuelve tras dos años y lo nombra Juez de la Casa de Contratación de Sevilla. Poco después renuncia para entregar sus últimos años a Dios y a la oración en un convento de Sevilla.

Hombres como Álvar Núñez Cabeza de Vaca dan gloria a Dios, a una Nación-Imperio y a toda la Cristiandad, y nos enseñan lo que merece la pena, la superioridad de nuestra sociedad cristiana y dónde está la salvación, en Cristo .

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