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Diario YA


 

Su actitud paternalista nos quiere hacer creer que ellos saben lo que nos conviene

Navidad y libertad desde el concepto de la izquierda

Javier Garcia Isac / Una Hora en Libertad. Se acercan las Navidades y el ultimo esperpento, la ultima excentricidad de los friky alcaldes perro flautas es el de la Navidad laica. Una Navidad donde lo que se celebre no sea el nacimiento del niño Dios, el nacimiento de Jesús. Lo que pretenden algunos es la celebración del solsticio de invierno, la celebración del cambio de estación.

La verdad es que pensaba que todo estaba inventado, que ya no me quedaba prácticamente nada por ver, nada novedoso, innovador. Me volví a equivocar. La penúltima gilipollez, la penúltima ocurrencia de estos ateos combatientes, digo penúltima porque a buen seguro que algo nuevo surgirá que supere esto último, es el sustituir nuestras creencias religiosas más sagradas y profundas por las suyas, por algo más terrenal y mundano, por su laicismo beligerante contra todo aquello que lo ponga en duda. Es insoportable esa manía de la izquierda de querer tutelar nuestras vidas y querer ocupar el lugar de la familia, de inmiscuirse en todos los aspectos de nuestro día a día, en nuestra intimidad, en nuestra educación y en la educación de nuestros hijos.

A tal punto llega su obsesión por tenernos controlados y no dejarnos pensar, que desean sustituir a Dios y ser ellos los que dicten la moralidad de la sociedad. Su soberbia no conoce límites. Siguen pensándose poseedores de una superioridad moral de la que en siempre han carecido. Algunos ayuntamientos anuncian que no colocaran el Belén, nacimiento o misterio, puesto que no todos los ciudadanos son católicos. Sin embargo, no tienen ningún reparo en colocar la bandera gay en su balcón o pancartas con la leyenda “bienvenidos refugiados”. Por una sencilla regla de tres, dieran a entender que todos los ciudadanos somos homosexuales o todos somos refugiados. Proponen referéndum o consultas populares cuando les conviene y para cuestiones menores, pero no tienen reparo alguno en imponernos su ideología y postulados sin ningún tipo de consenso. La izquierda en España es profundamente anti católica y anti clerical.

Cada cierto tiempo les sale la vena “come curas”. No lo pueden remediar. Tanto es así, que a pesar de su ateísmo combatiente y beligerante, pesa más su anti catolicismo y están dispuesto a apoyar cualquier otra religión o secta con tal de perjudicar a los cristianos en general y muy particularmente a los católicos. Que la mayoría del pueblo español se sienta católico, se sea o no practicante, no es inconveniente para someter a los católicos a un insulto constante y continuado por parte de la izquierda y con el silencio cómplice del centro reformista y de la propia iglesia. Echo en falta más contundencia por parte de algunos miembros de la conferencia episcopal a la hora de defender a los católicos españoles. El clero se equivoca si piensa que con su tibieza se ganaran las simpatías de la izquierda más recalcitrante. Es una estrategia equivocada.

Caen en el engaño de aceptación de lo políticamente correcto, que es lo menos correcto políticamente. Si no creen en la Navidad, que no la celebren, cada uno es libre de hacer lo que desee, pero no pretendamos sustituir su significado por otra cosa. La noche del 24 de diciembre conmemoramos el nacimiento de Cristo, el resto son cuentos, perversiones en las que no debemos caer.

La izquierda habla de la libertad como un concepto genérico, amplio, idílico, colectivo, pero tiende a no respetar la libertad individual de las personas, tienden a inmiscuirse y regular nuestras vidas, nuestras creencias y a ajustarlas a los que ellos piensan que debe ser. Nos tutelan y nos tratan como a imbéciles. Su actitud paternalista nos quiere hacer creer que ellos saben lo que nos conviene y lo que es mejor para nosotros. Si pudieran, nos llevaban de campamento de verano, a centros de reeducación. Javier Garcia Isac / Una Hora en Libertad.

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